María es
Jn 19.26-27 Jesús, al ver a la Madre , … dijo a la Madre : ‘Mujer, ahí tienes a tu hijo’. Después dijo al discípulo: ‘Ahí tienes a tu madre’.
Ya desde el principio, Dios anuncia enemistad entre Satanás y entre la Mujer. María es la nueva Eva, así como Jesucristo es el nuevo Adán. Es una nueva creación:
Gn 3.15 ‘Haré que haya enemistad entre ti y la mujer, entre tu descendencia y la suya. Ella te pisará la cabeza …’
María es la Madre de Dios, no porque se le haya ocurrido a la Iglesia Católica , como dicen muchos hermanos protestantes, sino porque la misma Palabra de Dios, el Espíritu Santo a través de los labios de Isabel, así lo proclama. Cuando la llama Madre de mi Señor, le está diciendo la Madre de mi Dios. Recordemos que Isabel era esposa de Zacarías, sacerdote de Dios y por lo tanto, no era ignorante sobre el sentido de sus palabras; además, lo dijo estando llena del Espíritu:
Lc 1.43,45 ‘¿Cómo he merecido yo que venga a mí la madre de mi Señor? ¡Dichosa tú por haber creído que se cumplirían las promesas del Señor!’.
Decir que María es solamente madre de la naturaleza humana de Jesús, como dicen los hermanos separados, es una completa herejía, puesto que Jesús es Dios-Hombre, es una persona con dos naturalezas indivisibles. Justamente en eso consiste el misterio de la Encarnación : en que Dios tomó la naturaleza humana, se hizo hombre. Una madre lo es de la persona y no de la naturaleza. Para aclarar el tema, veamos como ejemplo nuestra propia vida: nuestro espíritu no procede de nuestra madre, sino de Dios. No por eso se nos ocurriría la barbaridad de decir que nuestra mamá es sólo madre de nuestro cuerpo pero no de nuestro espíritu. Nuestra madre lo es de nuestra persona. Así igual, la naturaleza divina de Cristo no procede de María, pues Jesús es Dios increado, eterno; pero su humanidad si procede de ella, por eso es su hijo. Como el Hijo es Dios, su madre: María, es madre de Dios.
María es modelo de humildad, pues se reconoce a sí misma, como la servidora, como la esclava del Señor. De estos textos, equivocadamente, se quieren valer nuestros hermanos separados para criticar la veneración que nosotros brindamos a la Madre de Dios, porque dicen ellos que María no puede ser alguien especial, pues ella misma dice que es sierva. Pero, nuevamente se equivocan: si esto fuera así, a Jesús tampoco deberíamos reconocerlo como Dios, pues sabemos por la profecía de Isaías que Jesucristo es el Siervo de Yavé (Is 42.1), y además en la Carta a los Filipenses, se dice que Jesús se hizo servidor (FIl 2.7). Usando el mismo criterio equivocado de los protestantes, consideraríamos de menor categoría al mismo Jesús. Pero como ya sabemos: Jesús es Dios, pese a lo cual, es al mismo tiempo el Siervo de Yavé. De igual forma, María es la Madre de Dios y también la sierva de Dios. Esto no la disminuye, al contrario, la engrandece. No olvidemos las palabras del mismo Cristo: “El que se humilla, será engrandecido”.
Lc 1.38 Dijo María: ‘Yo soy la servidora del Señor, hágase en mí tal como has dicho’.
Lc 1.47-48 ‘Mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador, porque se fijó en su humilde esclava’.
María es modelo de fe, pues el mismo Espíritu Santo – a través de Isabel – la reconoce como dichosa, como feliz, por creer en el mensaje que le ha sido dado de parte de Dios. Esto a diferencia de Zacarías, padre de Juan el Bautista, quien también recibió la visita del arcángel Gabriel, y pese a lo que se le anunció tuvo dudas, por lo cual fue enmudecido durante un tiempo (Lc 1.20). A María no le ocurrió algo similar, puesto que ella si tuvo fe:
Lc 1.38 Dijo María: “… Hágase en mí tal como has dicho”. Después la dejó el ángel.
Lc 1.45 ¡Dichosa tú por haber creído que se cumplirían las promesas del Señor!’.
La fe y la confianza absoluta de María van incluso más allá de la respuesta inicial negativa de Jesús en Caná, pues pese a que El le dice que su hora aún no había llegado, ella insiste y se entrega confiadamente a la misericordia de su Hijo, por lo que indica a los empleados de las bodas que siguiesen las indicaciones de Jesús, tras lo cual El hace el milagro. Si Jesús no hubiese tomado en serio la petición de su Madre, pues simplemente no habría transformado el agua en vino, pero vemos que la Biblia nos dice que Jesús sí hizo el milagro. En otras palabras, Jesús oyó y accedió a la petición (intercesión) de su Madre. María, es por esto también, modelo de intercesión:
Jn 2.5 Jesús le respondió: ‘Mujer, ¿por qué te metes en mis asuntos? …’ Pero su madre dijo a los sirvientes: ‘Hagan lo que él les diga’.
María es una mujer bendita, o como lo dice el diccionario santa y bienaventurada; María es llena de gracia, esta llena de la presencia continua de Dios; María es la favorecida del Señor, pues en ella se fijó para ser la madre de su Hijo:
Lc 1.28 Llegó el ángel hasta ella y le dijo: ‘Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo’.
Lc 1.30 Pero el ángel le dijo: ‘No temas María, porque has encontrado el favor de Dios’.
Lc 1.42 (Isabel) exclamó en alta voz: ‘¡Bendita tú eres entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre!’
María, era una mujer reflexiva que meditaba continuamente sobre los acontecimientos de la vida de Jesús, y seguramente ella fue la que brindó información al escritor bíblico, sobre la infancia del Salvador, pues quién mejor que ella, su Madre, para conocer sobre la niñez de su Hijo. Veamos, además, que Jesús fue obediente en todo a María como el buen hijo que era, pues María fue una buena madre:
Lc 2.19 María, por su parte, guardaba todos estos acontecimientos y los volvía a meditar en su interior.
Lc 2.51 Posteriormente siguió obedeciéndoles (a María y José). Su madre, por su parte, guardaba todas estas cosas en su corazón.
María sufrió incomprensiones y dolor por causa del sufrimiento de su Hijo, como se lo había profetizado Simeón, cuando ella y José presentaron al niño Jesús en el Templo. Por eso decimos que María es corredentora, pues fue partícipe del dolor de Cristo, al cual unió su propio sufrimiento:
Lc 2.34-35 ‘Será una señal impugnada en cuanto se manifieste, mientras que a ti misma una espada te atravesará el alma’.
Encontramos a María, en el primer núcleo de la Iglesia , junto al grupo de los apóstoles y los otros seguidores de Jesús. María era del grupo de los creyentes: ella fue la primera creyente en Jesús, porque ya desde antes fue considerada como dichosa por creer en el Señor, e incluso en el primer milagro de Jesús en las bodas de Caná no se dice que ella creyó – puesto que ya creía – sino más bien los que creyeron fueron los apóstoles:
Hch 1.14 Todos ellos perseveraban juntos en la oración en compañía de algunas mujeres, de María, la madre de Jesús, y de sus hermanos.
Lc 1.45 ¡Dichosa tú por haber creído que se cumplirían las promesas del Señor!’.
En el libro del Apocalipsis, podemos encontrar más referencias sobre María, Madre de la Iglesia. En primer lugar, se le llama el Arca de la Alianza , porque fue ella quien albergó en su seno durante nueve meses al Salvador. Cuando se habla más delante de la Mujer , vestida de sol; se dice de ella que está embarazada y da a luz un Hijo varón que ha de gobernar a todas las naciones con vara de hierro: ese Hijo es Jesús (Sal 2.8-9), por consiguiente la mujer a la que se hace referencia es María, pues ella es su madre. Pero profundicemos más: a continuación se menciona que los otros hijos de esta Mujer, son los que observan los mandamientos de Dios, en otras palabras: todos los que nos decimos llamar cristianos. Dicho de otro modo: un verdadero cristiano debe aceptar que su Madre es esta Mujer (María) a la que se hace referencia en el libro del Apocalipsis. Es por este motivo que la Iglesia considera a María como Madre de la Iglesia y sobre todo porque Jesús nos las dejó como Madre cuando se la encomendó al apóstol Juan, en cuya persona nos la entregaba como Madre de toda la cristiandad.
Ap 11.19 Entonces se abrió el Santuario de Dios en el Cielo y pudo verse el arca de la Alianza de Dios dentro del Santuario.
Ap 12.1-2 Apareció en el cielo una señal grandiosa: una mujer, vestida de sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su
cabeza. Esta embarazada y grita de dolor, porque le ha llegado la hora de dar a luz.
Ap. 12.5 Y la mujer dio a luz un hijo varón, que ha de gobernar a todas las naciones con vara de hierro.
Ap 12.17 El dragón se enfureció contra la mujer y se fue a hacer la guerra al resto de sus hijos, es decir, a los que observan los mandamientos de
Dios y guardan el mensaje de Jesús.
A continuación, encontramos otros textos más que nos hablan de María, para que comprendamos mejor, junto a todas las citas anteriormente mencionadas lo que ella es para la Iglesia :
Cant 6.10 ¿Quién es esta que surge como la aurora, bella como la luna, brillante como el sol, temible como un ejército?
Mt 1.22 Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que había dicho el Señor por boca del profeta: la virgen concebirá y dará a luz un hijo.
Is 7.14 El Señor, pues, les dará esta señal: La joven está embarazada y da a luz un varón a quien le pone el nombre de Emmanuel.
Mt 2.11 Al entrar a la casa vieron al niño con María, su madre; se arrodillaron y le adoraron. Le ofrecieron sus regalos de oro, incienso y mirra.
Para terminar, veamos que solamente los católicos proclamamos como bienaventurada a María. De generación en generación, únicamente la Iglesia Católica le canta a María, la venera por ser Madre de nuestro Señor, la proclama feliz. Los que no lo hacen, simplemente desobedecen la Palabra de Dios:
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